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El origen y la historia del cómic

Foto del escritor: El ComictecarioEl Comictecario

Actualizado: 15 dic 2017

Si vamos a hablar sobre cómics, necesitamos saber de dónde vienen, cuándo aparecieron por primera vez. Y aunque no lo necesitemos, nunca está de más tener la cabeza llena de datos que solo sirven para conseguir los quesitos del Trivial. Así que lo mejor para empezar, es conocer los orígenes del “noveno arte”. Porque esa es otra, los cómics están considerados el noveno arte.


Hay muchas teorías sobre cuándo aparecieron los cómics: algunos dicen que los jeroglíficos egipcios ya podrían valer como historietas; otros, como el intelectual argentino Oscar Masotta en su ensayo La historieta en el mundo moderno, dicen que fue el Tapiz de Bayeux, del siglo XI, que en sus 70 metros cuenta, con bordados e inscripciones en latín, los hechos previos a la batalla de Hastings. Es un poco rebuscado, pero puede valer.


Otros especialistas, como David Kunzle o Pedro Porcel, piensan que el cómic surgió tras la invención de la imprenta, allá por el año 1446. Los humoristas gráficos ingleses crearon el globo de diálogo (el bocadillo que todos conocemos) en el siglo XVIII, para ridiculizar a los políticos (qué poco hemos cambiado, ¿no?). Y ya con la invención de la litografía, en 1789, se pudo imprimir dibujos de forma masiva.


Hay otra gran corriente, a la que pertenece Román Gubern con su obra El lenguaje de los comics, que está de acuerdo en que los cómics surgieron gracias a los periódicos, pero lo que cambian es la fecha. La prensa de masas de mitad del siglo XIX podría ser este inicio. En Francia con la revista Le Caricature, que se metía con el rey Luis Felipe; y en Inglaterra, con la revista Punch, que comenzó a dirigirse a los niños, haciendo que se imitase ese formato en todo el mundo. A partir de esto surgió en 1895 en EEUU Hogan’s Alley, una serie creada por Richard Felton Outcalt, y protagonizada por el personaje The Yellow Kid,

a partir del cual también surgió el término de amarillismo en el periodismo.

Estas son las teorías más extendidas, podéis coger la que queráis. Pero está claro que los cómics ya existían antes de llegar al siglo XX. Y a partir de este momento todo cogió una velocidad espectacular. Bueno, como todos los avances tecnológicos y artísticos de la época… Pero eso. Agárrense que vienen curvas.


Los cómics empezaron a dejar la prensa y se convirtieron en revistas dirigidas a un público más infantil. Por ejemplo, Popeye, creado por Segar en 1919; la revista española TBO, dos años antes; el belga Tintín, en 1929; o la creación de Mickey Mouse en 1930.

Con la gran depresión empezaron a surgir historias de aventuras más serias y adultas, como Flash Gordon (1934) (no confundir con el Flash de DC Comics), el Príncipe Valiente (1937) y Tarzán (1937). Además estas historias dejaron de ser episódicas, y empezaron a tener continuidad entre números. Vamos, como las grapas actuales.


Ya cerca de los años 40 triunfaba el género pulp, con detectives, tonos oscuros y misterio. Este mismo fue el origen de Batman (1939) en Detective Comics, mostrando claramente sus influencias. Pero un año antes que Caballero Oscuro, Action Comics trajo al primer Superhéroe del mundo. Sí, con S mayúscula. Con S de Superman.

Menudos dos exponentes para un nuevo género: Superman y Batman, representantes del cómic de superhéroes. Aunque ya había personajes enfundados en mallas y antifaces, como

The Phantom (1936), pero todavía muy metido en el género pulp.


Con la Segunda Guerra Mundial se crearon personajes con un tinte bélico, como el Capitán América o Wonder Woman, ambos de 1941. Claro, esto hizo que el éxito de los ‘súpers’ aumentase mucho, aunque muchas de estas historias bélicas, tanto en EEUU como en Japón acabasen junto con la guerra. Hay que destacar Spirit (1940) de Will Eisner, primero por su aire renovador, y segundo, porque es Will Eisner. Los ‘Oscars’ de los cómics se llaman Premios Eisner por algo. También dejando atrás el género pulp, tuvieron gran éxito los westerns.


Entre 1942 y 1962, más o menos, ya se sabe cómo son estas cosas, tiene lugar la llamada ‘Edad de Oro’ de los cómics, debido a su gran comercialización tras la 2GM. Y no solo con el género de superhéroes, pues la prensa sigue publicando historietas, como Peanuts, donde apareció Snoopy. En Argentina apareció Rico Tipo, y en la zona franco-belga, en 1959 se creó una aldea de irreductibles galos, con Astérix el Galo al frente.

Y EEUU seguía con el éxito de los ‘súpers’, con La Liga de la Justicia (1960), Los Cuatro Fantásticos (1961) y Spiderman (1962). Muchos de ellos creados por Stan ‘El Hombre’ Lee y Jack Kirby.


En las dos décadas siguientes, los argumentos optaron por diversas ramas, unas para jóvenes y otras no tanto: historietas ‘fantaeróticas’ protagonizadas por heroínas como Barbarella; revistas de terror como Creepy o Vampirella; horror y erotismo unidos a los yakuza y los samuráis en el manga Lobo solitario y su cachorro; la creación de Corto Maltés (1967); en España Mortadelo y Filemón (1958) comenzó a tener verdadero éxito… Es decir, cómics para todos los gustos.


¿Y los superhéroes qué hicieron? Pues volverse más serios. GreenArrow y Linterna Verde adquirieron gran conciencia social, ayudando a los jóvenes a escapar de las drogas, por ejemplo. Aparte de los temas sociales, adquirieron otro tipo de seriedad, gracias a autores que volvieron ‘humanos’ a los ‘súpers’, como Alan Moore, autor de Watchmen (1986) y Frank Miller, autor de historias de Daredevil en Marvel y Batman en DC Comics.


El manga japonés, tanto el shonen como el shojo (hablando mal y pronto, para que se entienda: manga para chicos y para chicas) había ido creciendo en su país, pero sin gran éxito en el exterior. Fue a partir de las series animadas de Akira y Dragon Ball cuando el éxito internacional se hizo prácticamente inmediato. Akira Toriyama, Jirõ Taniguchi, Katsuhiro Otomo… nombres hasta ese momento desconocidos fuera de Japón se dieron a conocer.

De los noventa en adelante ha habido una gran expansión en el mundo del cómic. Si antes he dicho que había para todos los gustos, actualmente hay para todos TODOS. Aunque el género de superhéroes siga dominando, hay miles de historias, tanto de ficción como de no ficción. Y lo que es mejor, cada vez más variadas. Ya no son siempre los mismos temas ni los mismos personajes estereotipados.


Si queréis una historia sobre el alzhéimer y la demencia senil: Arrugas, de Paco Roca; sobre un niño diabético que tiene alucinaciones de fantasía con sus juguetes: de Grant Morrison y Sean Murphy; una pareja que cuando tiene sexo y llegan al orgasmo el tiempo se para y aprovechan para robar bancos: Sex Criminals, de Matt Fraction y Chip Zdarsky. Buscad, preguntad, leed, porque os encontraréis cómics maravillosos a cada paso que deis. Esto es solo una motivación a que empecéis. Bienvenidos al noveno arte.


Imágenes:

-lustración 1: The Yellow Kid (Richard Felton Outcalt, 1895) Fuente: Library of Congress Prints and Photographs Division Washington D.C.

-Ilustración 2: Superman #1 (Jerry Siegel y Joe Shuster, 1938) Fuente: propia.

-Ilustración 3: Astérix el galo (René Goscinny y Albert Uderzo, 1959) Fuente: propia.

-Ilustración 4: Dragon Ball #22 (Akira Toriyama, 1984) Fuente: cedida por Daniel Martín.

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Colaborando con: Realidad Gamer

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